**Capítulo 1: La doble vida de Maddie**
Part 1
Maddie era la chica que todos envidiaban en el instituto. Su cabello rubio cascaba por su espalda como una cascada de oro, y sus ojos azules brillaban como el cielo en un día soleado. Su cuerpo era el sueño de muchos: curvas generosas, pecho abundante y un trasero redondeado que hacía que los chicos se quedaran sin aliento. Pero detrás de esa fachada de perfección, Maddie escondía un secreto. Nadie sabía que Maddie se drogaba. Era una adicción que había empezado de manera casual, en fiestas y reuniones con amigos, pero que con el tiempo se había convertido en una necesidad constante. La ansiedad y el estrés de mantener su imagen de chica perfecta la llevaban a buscar refugio en las drogas. Maddie se despertó en su habitación, con la cabeza latiendo y la boca seca. La luz del sol se filtraba a través de las cortinas y la hacía entrecerrar los ojos. Se sentó en la cama y se pasó las manos por el cabello, intentando despejar la niebla que la rodeaba. No recordaba mucho de la noche anterior, solo fragmentos de una fiesta y de risas con sus amigos. Se levantó de la cama y se dirigió al baño para darse una ducha. Mientras el agua caliente corría por su cuerpo, intentó sacudir la sensación de culpa y vergüenza que la invadía cada vez que pensaba en su adicción. ¿Cómo podía estar tan jodida si tenía todo lo que alguien podría desear? Después de la ducha, Maddie se vistió con un conjunto de ropa que la hacía parecer una chica más, sin curvas ni defectos. Se maquilló y se peinó, lista para enfrentar el día. Su madre la esperaba en la cocina con un desayuno típico: pan tostado, huevo revuelto y café. "Maddie, cielo, ¿estás bien? Pareces un poco cansada", dijo su madre, mientras le daba un beso en la frente. Maddie sonrió y se sentó en la mesa. "Estoy bien, mamá. Solo un poco estresada con el instituto". Su madre asintió con la cabeza. "Bueno, si necesitas hablar con alguien, estoy aquí para ti". Maddie se sintió culpable por no poder confesarle a su madre la verdad. ¿Cómo podría entenderla si no sabía nada sobre su adicción? La besó en la mejilla y se levantó de la mesa. "Tengo que irme, mamá. No quiero llegar tarde al instituto". Salió de la casa con una sonrisa en el rostro, lista para enfrentar otro día de su vida perfecta, pero con el secreto oscuro que la acechaba en las sombras.