La Noche del Peluche

Part 4

Maddie se sentó en su cama, rodeada de la oscuridad de la noche, y se miró a sí misma con una sonrisa pícara. Aún sentía la adrenalina de su reciente liberación, y su mente comenzó a vagar hacia nuevos horizontes de placer. Miró alrededor de su habitación y su vista se posó en un peluche grande que había en un rincón, un osito de peluche que su hermana le había regalado años atrás. Se levantó de la cama y se acercó al peluche, acariciándolo suavemente. Era un osito grande y suave, con ojos brillantes que parecían mirarla con interés. Maddie se sintió atraída por su textura suave y su tamaño considerable. Comenzó a acariciarlo, imaginando que era una persona, un ser vivo que la miraba con deseo. De repente, se detuvo y se miró a sí misma con una sonrisa traviesa. ¿Por qué no? pensó. ¿Por qué no podría divertirse un poco con su peluche? Se sentó en la cama con el osito entre sus piernas, acariciándolo y hablándole como si fuera una persona. Comenzó a simular que tenía relaciones con él, riendo y susurrando palabras que solo ella podía escuchar. La oscuridad de la noche parecía haberla envuelto en un manto de fantasía, y Maddie se sintió libre de explorar sus deseos más profundos. El peluche se convirtió en su pareja, su confidente, su objeto de deseo. Se sintió viva y conectada con su propio cuerpo, y la sensación de liberación era embriagadora. Mientras simulaba tener relaciones con el peluche, Maddie se dio cuenta de que estaba alcanzando un nivel de intimidad con su propio cuerpo que nunca había experimentado antes. Se sentía conectada con su deseo, con su placer, y con su propia fantasía. La noche parecía haberse convertido en su aliada, y se sintió libre de expresar su deseo sin miedo a las consecuencias. Pero, ¿qué pasaría cuando la realidad volviera a golpearla? ¿Podría Maddie mantener su secreto y su fantasía en secreto, o sería descubierta y juzgada por aquellos que la rodean? La pregunta resonaba en su mente, pero en ese momento, no le importaba. Solo se sintió viva y conectada con su propio cuerpo, y con su peluche, su compañero de juegos en la oscuridad de la noche.