**Capítulo 1: La Rubia con un Secreto**
Part 1
Maddie era la chica que todos envidiaban en el pueblo. Su cabello rubio cascaba por su espalda como una cascada de oro, sus ojos azules brillaban como el cielo en un día soleado y su figura era envidiable, con un culo grande y pechos generosos que hacían girar cabezas a su paso. Pero detrás de esa fachada de perfección, Maddie escondía un secreto que la hacía sentir como una extraña en su propio mundo. Mientras caminaba por la calle principal del pueblo, Maddie no podía evitar sentir una conexión con las cosas que la rodeaban. No era una conexión emocional, como la que se siente con las personas, sino más bien una afinidad profunda con los objetos materiales que la circundaban. Las puertas de las tiendas, con sus detalles tallados y sus colores brillantes, la llamaban la atención. Los árboles, con sus troncos fuertes y sus hojas susurrantes, la hacían sentir en paz. Maddie no entendía por qué era así. Siempre había sentido que su corazón latía por cosas que no eran seres vivos. Sus padres, ambos personas cariñosas y comprensivas, habían notado su rareza desde pequeña, pero nunca habían presionado para que cambiara. Simplemente la aceptaban tal como era. Sin embargo, a medida que crecía, Maddie comenzó a sentirse cada vez más aislada. Sus compañeros de escuela no la entendían, y aunque algunos chicos se acercaban a ella atraídos por su belleza, Maddie no sentía la misma atracción hacia ellos. Se sentía como si estuviera viviendo en un mundo que no era el suyo, un mundo donde la gente se enamoraba de personas, no de objetos. Mientras paseaba por el pueblo, Maddie se detuvo frente a una pequeña tienda de antigüedades. La puerta, con su madera desgastada y su manija oxidada, la llamó la atención. Se acercó y acarició la superficie rugosa, sintiendo una sensación de calma que no había experimentado en mucho tiempo. La tienda era pequeña y oscura, con estanterías repletas de objetos viejos y olvidados. Maddie entró, y el dueño, un anciano con una sonrisa amable, la saludó desde detrás del mostrador. "¿En qué puedo ayudarte, querida?" preguntó. Maddie no respondió. En su lugar, se acercó a una estantería y acarició la superficie de un viejo reloj de bolsillo. El dueño la observó con curiosidad, pero no dijo nada. ¿Qué pasará a continuación? ¿Quieres que Maddie compre el reloj de bolsillo, o que siga explorando la tienda? ¿O tal vez quieras que conozca a alguien que la haga cuestionar su forma de ver el mundo?