**Capítulo 1: El Secreto de Maddie**

Part 1

Maddie era una joven de 18 años con una apariencia que llamaba la atención de todos. Su cabello rubio caía en cascada por su espalda, y sus ojos azules brillaban como el cielo en un día soleado. Su cuerpo era curvilíneo, con un culo grande y pechos generosos que parecían hechos para atraer la mirada de todos los que la veían pasar. Sin embargo, detrás de esa fachada de belleza convencional, Maddie escondía un secreto que la hacía sentir como una extraña en su propio mundo. Mientras caminaba por el bosque que se extendía detrás de su casa, Maddie no podía evitar sentir una sensación de libertad. El aroma a pino y el canto de los pájaros la envolvían, y por un momento, se olvidaba de la presión que sentía por encajar en los moldes de la sociedad. La gente pensaba que era una chica más, con intereses y deseos comunes, pero nada de eso era cierto. Maddie se detuvo frente a un árbol antiguo, con un tronco grueso y ramas que se extendían hacia el cielo como brazos gigantes. Lo acarició con suavidad, sintiendo una conexión extraña con la naturaleza. No era la belleza del árbol lo que la atraía, sino su solidez, su presencia inmutable en el mundo. De repente, su mirada se desvió hacia una puerta antigua que estaba medio oculta entre la vegetación. La puerta estaba cubierta de musgo y líquenes, y parecía no haber sido abierta en años. Sin embargo, había algo en ella que llamaba la atención de Maddie. Se acercó lentamente, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda. La puerta tenía un gran cerrojo de hierro, oxidado y cubierto de telarañas. Maddie lo acarició con suavidad, sintiendo una sensación de placer que no podía explicar. No era la puerta en sí lo que la atraía, sino el cerrojo, con su mecanismo complejo y su belleza funcional. En ese momento, Maddie se dio cuenta de que su interés no era por las personas, ni por la naturaleza en sí, sino por los objetos materiales que la rodeaban. Le gustaban las texturas, los sonidos y los olores que emitían. Le gustaba la forma en que la luz se reflejaba en ellos, y la manera en que podían ser utilizados para crear algo nuevo. Maddie se sentó a los pies del árbol, con la puerta a su lado, y se quedó allí, perdida en sus pensamientos. ¿Cómo podía explicar a los demás que su pasión no eran las personas, sino los objetos que las rodeaban? ¿Cómo podía hacer que entendieran que un cerrojo oxidado o una puerta antigua podían hacerla sentir más viva que cualquier ser humano? La oscuridad comenzó a caer sobre el bosque, y Maddie se levantó, sabiendo que debía regresar a casa. Pero no podía sacudir la sensación de que había encontrado algo especial en aquel lugar, algo que la hacía sentir como si hubiera descubierto un secreto que nadie más conocía. Y mientras caminaba de regreso a su casa, se preguntaba qué otros secretos podría descubrir en el mundo que la rodeaba.